"el pintor" de Kiev fue el viaje más caótico y lleno de anécdotas que he vivido laboralmente hablado. Conseguimos hacer el pasaporte de María en el mismo aeropuerto de Madrid tras camelarse a varios policías (casi no viaja con nosotros ya que se había dejado todo el casa (en Sevilla) DNI incluido). Horas antes también en Sevilla habíamos conseguido hacer express el pasaporte de Pablo que tenía caducado. La llegada a Kiev fue normal y nuestra estancia allí fue de lujo. Actuábamos en el campus de la Universidad Taras Shevchenko. Un campus repleto de estudiantes y también de militares en formación y allí estaban entrenando entre uniformes, pistolas y chándales de camuflaje. El muchacho encargado de la producción de este bolo nos decía que las tablas para el bastidor iban a llegar de un momento a otro (ya íbamos con retraso). Al llegar las tablas, ni tenían las medidas solicitadas, ni la resistencia que la pieza requiere (eran tablerillo fino, os imagináis!!!), ni había donde anclarlas. Probamos todas las maneras que el muchacho propuso para hacer algo resistente y media hora antes del bolo, lo mandamos a por cartones para el suelo, bridas, precinto y algo de pintura que faltaba y tomé una decisión: esto se hace si o si, y sujetamos las tablas a una malla metálica de las pistas de fútbol del campus. Mientras sujetábamos las tablas a una velocidad inhumana había unos jóvenes jugando a fútbol justo detrás de la malla, con una actitud poco colaboradora, pegando balonazos y diciendo cosas en ucraniano que creo mejor no haber entendido. Colocamos las tablas, los cartones pegados con precinto al asfalto, pusimos las luces, preparé las pinturas, llegó el responsable de la embajada de España en Kiev, mi cara era un cromo, nos retrasamos 10 minutos y ahí tomé otra decisión: lo he pasado tan mal con los preparativos para este bolo que casi no se ahce, que pienso hacerlo para disfrutar yo sólo con Pablo y con María desde fuera ayudando en lo que fuera que ocurriera más. Pues bueno, el bolo, que comenzó antes de anochecer con muy poca gente entre el público, acabó en plena noche y con una multitud rodeando ese espacio detrás de una malla metálica azul. Muchos eran los militares uniformados bajo sus sombreros soviéticos los que aplaudían fervientemente al acabar la pieza. Fue uno de los mejores bolos de "el pintor...". Tras terminar me llevaron a darme una ducha a las duchas comunitarias del campus. Un largo paseo lleno de pintura entre estudiantes camino de la cena, que culminó en una ducha compartida extraña, pero con agua caliente que era lo que necesitaba. Y por último recogimos todo con las luces de una furgoneta bajo la fría noche ucraniana y para casa guapos y felices de haber conseguido hacer algo que parecía imposible.
Todo esto gracias a la calma y ganas de trabajar de Pablo Peña, mías (Roberto) y de María Gil Cantos.
Y después de todo esto, un poco de turismo y animales en Kiev.
Cogimos el dinero y salimos corriendo.
Y al despertar el día siguiente de resaca a las 5 de la mañana, me precato que no se donde tengo el pasaporte y que no puedo salir del pais sin él. Llamamos a media embajada, despertamos a gente que se desplazó hasta la embajada a ver si estaba por allí, registraron la furgoneta, etc... y nada, no aparecía. Ya casi sin tiempo para facturar me decido a dehacer mi maleta y al sacar todas las cosas aparece mi pasaporte que agarro y lanzo al suelo en un hondo suspiro. Respiro, facturamos y nos volvimos los 3 de vuelta a casa.
Casi no viajamos los 3 de Madrid a Kiev, casi no se hace el bolo y casi no volvemos los tres a Madrid de vuelta.
"el pintor y la modelo" rules!!!
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